16 jul 2013

La muerte de Ana de Cleves



Últimos años
El rey Enrique VIII había muerto, el rey Francisco I murió dos meses más tarde, a fines de marzo de 1547. Carlos V se retiró voluntariamente del gran escenario, cuando renunció a su corona en favor de su hijo Felipe; murió como monje, tres años más tarde. El rey Eduardo murió también, en julio de 1553. María Tudor, la infeliz hija de Enrique y Catalina, lo sucedió en el trono: se casó con su primo Felipe de España, al año siguiente. Mientras se sucedían estos acontecimientos, una reliquia del pasado seguía viviendo, lady Ana de Cleves. Ella fue testigo de los hechos que derribaron cabezas en Inglaterra durante el reinado de Eduardo VI.



El 30 de septiembre de 1553, Ana de Cleves viajaba en un coche con lady Isabel en la coronación de la triunfante reina María. Como muchas viudas (en cierto sentido Ana lo era, ya que la muerte de Enrique la había dejado sin protector) se obsesionó por el dinero y los sirvientes. Sus frecuentes cartas al Consejo durante el reinado del rey Eduardo se convirtieron en una lúgubre letanía.



Una vez que María subió al trono, Ana de Cleves intentó incluso reivindicar su largamente sepultado matrimonio con Enrique VIII para hacerlo declarar "legítimo" y así gozar del trato, en especial en el ámbito económico, de una reina viuda. A lady Ana simplemente se le dijo que el Consejo tenía muchos otros asuntos urgentes que atender. 



Ana solía enviar cartas implorantes, como la que sigue, fechada en agosto de 1554, dirigida a la reina María y a su esposo. Ana describía que deseosa estaba de "cumplir con mi deber y ver a Vuestra Majestad y al rey [Felipe]", mientras les deseaba a ambos "mucha alegría y felicidad, con incremento de hijos para gloria de Dios, y para la preservación de vuestras prósperas posesiones". Firmaba: "Desde mi pobre casa en Hever, a la orden de Vuestra Alteza, Ana, la hija de Cleves".



Para el Consejo inglés, por otra parte, Ana de Cleves era una desagradecida que se quejaba sin cesar de un modo de vida que era bastante pródigo, en opinión de los consejeros. Además, ni siquiera era una inglesa nativa. Cuando lady Ana se quejó de que las pensiones para sus sirvientes no habían sido pagadas en el verano de 1552, el Consejo le comunicó que el rey Eduardo estaba en expedición y había "resuelto que no lo molestaran con pagos" en ese lapso. Cuando se decidió que el rey debía tomar posesión de Bletchingly, que pertenecía a lady Ana, a cambo de Penshurst, el arreglo le fue simplemente comunicado a ésta. 


Hever

Al mismo tiempo, los ingleses tenían razón en que lady Ana vivía en un boato considerable. Se le cedió el palacio de Richmond hasta su muerte. Penshurst, era un palacio envidiable. El de Hever, que era otro castillo con conexiones con los Bolena, en Kent. Otro palacio en Kent, Dartford, le fue otorgado a cambio de tierras en Surrey. 


Richmond


Muerte
Finalmente, a Ana de Cleves se le permitió que usara Chelsea Manor, aquel "palacio" pequeño pero delicioso donde Thomas Seymour había cortejado a Catalina Parr. Fue allí donde cayó enferma en la primavera de 1557 y donde pasó sus últimos meses. Murió el 16 de julio de 1557. Ana, la hija de Cleves, estaba en su cuadragésimo segundo año de vida. No vivió para ver el ascenso de Isabel, la niña a la que había mimado, el 17 de noviembre de 1558.


Dado el curso lento de la enfermedad de lady Ana, se cree que el cáncer pudo ser una causa probable de su muerte. En realidad, había superado la expectativa de vida de su sexo. Ana de Cleves sobrevivió diez años a Enrique VIII, el hombre con el que estuvo casada seis meses. 



Testamento
La última voluntad y testamento de Ana de Cleves justificaba plenamente la reputación que le atribuía Holinshed en sus Chronicles: "Una buena ama de casa y muy generosa con los sirvientes". Primero ella pedía a sus albaceas que fueran "buenos lores y señores" con sus "pobres" empleados. Seguía una lista sumamente larga de solicitudes; todas las gentiles damas de su cámara privada eran recordadas por el nombre, tanto su compatriota Katherine Chayre como las numerosas inglesas, e incluso las lavanderas y la "madre Lovell por su cuidado de nosotros en esta hora de enfermedad". Luego el doctor Symonds era recompensado "por su gran trabajo y sus esfuerzos"; sus caballeros, como sus damas, se enumeraban en detalle, hasta los "hijos de la casa" y los camareros, que recibieron 20 chelines cada uno.


A la reina María se le pedía que se ocupara de que los "pobres sirvientes" recibieran su justa recompensa, mientras que a lady Isabel le dejaba algunas joyas con la esperanza de que tomara a una de sus "propias criadas", llamada Dorothy Curson. Sus personas más queridas, como su hermano el duque Guillermo, su hermana soltera Amelia y Katherine, duquesa de Suffolk, recibieron varios anillos de rubíes y diamantes. 



Sepelio
El funeral tuvo lugar el 4 de agosto, y su cuerpo fue transportado por el río de Chelsea a Charing Cross la noche antes y, luego, a la abadía de Westminster. La procesión, iluminada por cien antorchas, iba totalmente enlutada, desde los heraldos y sus caballos hasta los limosneros con sus trajes negros nuevos para la ocasión.

Abadía de Westminster

En la puerta de la abadía, los que montaban a caballo se apearon y "la buena dama", es decir, el cadáver en su ataúd, fue recibido por el lord abad y el obispo de Londres, que lo perfumaron con incienso. Fue colocado entre el altar y el coro, pintado con sus armas y el lema de la casa de Cleves, "Spes mea in Deo est", debajo de un dosel de terciopelo negro. En cada esquina, los heraldos sostenían banderas: de la Trinidad, de la Virgen María, de san Jorge y de santa Ana. 


Tumba de Ana de Cleves en la abadía de Westminster

Al día siguiente, en la misa de réquiem, el papel de deudo principal estuvo a cargo de otra conexión con el pasado real, Elizabeth Seymour, hermana de la difunta reina Jane. El texto del sermón elegido por el predicador, el abad de Westminster, fue el de Dives y Lázaro: al comentar la gula de Dives, exhortó a los fieles a "enmendar vuestras vidas mientras tengáis tiempo".



Posteriormente se dispuso una bella tumba de mármol negro y blanco para Ana de Cleves en la abadía de Westminster, de estilo griego, "ejecutada con maestría". Un nativo de Cleves, Theodore Haevens, ministro en Caius College, Cambridge, que diseñaba para el doctor Keys, pudo haber sido el autor. Dos hileras de paneles decoraban los lados de la tumba. La hilera superior contenía medallones con las iniciales A.C. rematadas por una corona ducal (por Cleves). La hilera inferior revelaba una serie de calaveras, con huesos cruzados, sobre un fondo negro. De esa manera adecuadamente sombría fue conmemorada la cuarta esposa de Enrique VIII.




Bibliografia
Fraser, Antonia: Las Seis Esposas de Enrique VIII, Ediciones B, Barcelona, 2007.

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